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Pan con Rubén Blades

  • Foto del escritor: Rosa Isabel Nuñez Carranza
    Rosa Isabel Nuñez Carranza
  • 19 ago 2019
  • 4 Min. de lectura

Sonidos de otro mundo y un atentado contra la estructura convencional de la Salsa, son solo dos características que definen el trabajo de Ruben Blades. Cantante y compositor panameño. Y que se le llame artista, no es una ‘sorpresa que te da la vida’.

‘El poeta de la salsa’, lo llaman, pues ha logrado fusionar literatura y la música al basar sus canciones en la observación y descripción de historias cotidianas y vulgares, convirtiéndolas en una crónica bailable, agradable para escuchar y sobre todo imaginar cada relato. ‘Una observación de la calle, de la vida, ya sea como testigo o protagonista’ explica. Blades te transporta al lado de su personaje, sientes lo que siente, miras lo que ve.

En inevitable no encontrarte en la esquina del viejo barrio y no imaginar el caminar de Pedro Navaja, cuando la escuchas. Con las manos en los bolsillos ocultando el puñal. La canción dura 7 minutos. ‘Cuando las canciones se comienzan a alargar, las radios nos dicen que las canciones son muy largas. Pero lo que nos están diciendo es que esas canciones están atentando contra el ciclo de su publicidad’ manifiesta en una entrevista. ‘En ese tiempo la canción básica duraba 2 minutos, y eso te daba 30 segundos o 1 minuto de publicidad. Y tenías 3 o 4 canciones cada 10 minutos’. Cuenta el ‘padre’ de Pedro Navaja. No sonaba en las radios además de su duración, porque era una crónica, y en ese momento la crónica no tenía espacio dentro de un contexto de entretenimiento. ‘La música era para entretener no para informar, enfrentar y proponer, entonces los que hacíamos eso estábamos atentando contra el sistema. La radio se consideraba una empresa comercial que se movía de acuerdo a esos parámetros y nosotros teníamos que ajustarnos a eso’.

‘La música popular también es culta. Aunque de una cultura distinta. Aún la simple música comercial que no siempre es tan mala como suelen decir los sabios de salón, tiene derecho a llamarse culta. Aunque no sea el producto de la misma cultura de Mozart’. Gabriel García Márquez y Blades se conocieron gracias a alguien cuyo nombre Ruben no recuerda, en alguna circunstancia que tampoco está en su memoria. ‘Es la naturalidad del encuentro la que hace que uno olvide las circunstancias’, se defiende. ‘La música me ha gustado más que la literatura, hasta el punto de que no logro escribir con música de fondo porque le presto más atención a ésta que a lo que estoy escribiendo. Sabiendo esto, Ruben propone a García Márquez componer un disco juntos. En lugar de eso, surgió la idea de interpretar los Cuentos Cortos iniciales del escritor colombiano desde la perspectiva del salsero. ‘En mi vida me han pegado tanto por un disco’, recuerda Blades. ‘Había destruido y desvirtuado los cuentos del pobre Gabriel’, con una sonrisa en el rostro menciona sarcásticamente que a los únicos que les gustó el disco fueron ellos dos.

‘En Estados Unidos existen los StandUp Comedians, que hacen sus rutinas y se burlan de la gente. Yo no creo que eso se pueda hacerse en lationamerica, tú te burlas de alguien y te meten un tiro’ reflexiona. Para Ruben Blades el sentido de humor es necesario. Una muestra de inteligencia emocional. ‘Sin humor y sin música no veo como puedan funcionar las cosas’ afirma. Recuerda el humor de su amigo Gabo y que lo llamó una vez desde el aeropuerto, con una de ‘sus ocurrencias’. Entonces le dijo ‘tú eres el conocido más desconocido más popular que yo conozco’, le comentó que preguntando a unas personas si conocían a ‘Ruben Blades’ le respondían que no pero, si preguntaba sobre ‘Pedro Navaja’, la respuesta era distinta. También le contó que si le preguntaba a un estadounidense sobre su carrera, le respondían sobre su incursión en la actuación, pero que no sabían que era cantante. El cantante y literato dice que la capacidad de poder reírte de ti mismo, también responde una libertad espiritual que en Sudamérica aún no se desarrolla.

Desde niño Ruben ha tenido una afición por el beisbol, cuyo lenguaje técnico es usado en muchas composiciones. Uno de los grandes en este deporte es Estados Unidos. ‘Yo odiaba a los Yankees de Nueva York’, comenta que le ‘gusta la esperanza invencible del casillo perdedor’, que los inspira y que cree que dar oportunidades a la gente, cambiaría el mundo. ‘El poder no corrompe a la gente, la desenmascara’, explica, recordando su gestión en el Ministerio de Turismo y afrma que se tiene un grave problema si se piensa que el problema son los políticos, ya que ‘los políticos son un reflejo de la descomposición del país’ e invita a cambiar de manera personal. ‘La gente quiere un omelette pero no quiere que le rompan los huevos’ sentencia.

Profundizando en la vida política del cantante, se encuentra el álbum Buscando América, de 1984, con el mayor contenido político de su carrera. Canciones como Decisiones y GDBD (Gente Despertando Bajo Dictadura) la cual recapitula, que utilizó un sonido extraño que oyó en la calle 46 y Broadway en la ciudad de Nueva York y que provenía de la estación del metro. Una ‘escultura sonora’ le informaron. Originaria, según él de Dinamarca y que se puede oír los primeros minutos de esta canción. También explica que el objetivo era grabarla lo más natural posible. Es por eso que solo se cantó y editó una vez.

Pedro Navaja y sus Decisiones comparten un lugar especial en la cabeza de Ruben, en un lugar llamado Hispanía, donde coinciden el resto de personajes y lugares descritos en la basta creación de El poeta de la salsa. Una ciudad en la que la claridad y precisión de los problemas sociales, historias de la calle, son el pan de cada día. Un pan que debe ser comido para entenderlo.


 
 
 

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